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¿Hora cero para nuevos actores y películas?

La crisis de la salud en los años 90,  o al menos una de esas, que obligó a los médicos a declararse en huelga de brazos caídos, sirve de escenario para que Diego Velasco, director delcorto Cédl Ciudadano,  nos ofrezca su concepto de película de acción, donde se mezcla drama, comedia, intriga y una buena dosis de realidad social,  y que lleva por título Hora Cero

La Parca, interpretado  por Zapata 666, es un sicario que en medio de esa confusión por la crisis asistencial se ve obligado a secuestrar una clínica privada de clase media para salvar a alguien que, al principio, desconocemos su relación con el protagonista, y que no es otra que Ladydi, interpretada por Amanda Key.

 Antes de seguir en la historia, llegar a la clínica privada ha costado la vida de más de un guardia y varios policías, el robo de más de un vehículo,  unas persecuciones en carro y en moto dignas de cualquier película extranjera de gran presupuesto, y el suspenso de saber cómo llegamos a esta situación que no está clara.

No tardan en llegar policías y medios de comunicación a la clínica, cualquier recuerdo con los sucesos de San Román parece no ser tan casualidad, ya que hay muchas referencias a aquella situación policial, y ahí comienza la negociación para lograr rescatar a los rehenes que están dentro de la clínica y captura a los secuestradores. Porque La Parca logra, en su camino a la clínica, orquestar la llegada, casi milimétrica, de toda su banda para que lo apoyen en su aventura, con la promesa de que se podrán llevar lo que tomen de los rehenes. 

Al estilo de la película Jhonny Q, protagonizada por Denzel Washington, pero con sus obvias diferencias, más de presupuesto que de calidad, Hora Cero nos lleva por el mundo de la decepción médica, por los laberintos de la política corrupta que busca salir beneficiada en un río revuelto, así como nos pone en duda la objetividad de los medios de comunicación, y cómo, al igual que La Parca, algunos periodistas pueden llegar a todo por una noticia que los haga aterrizar en CNN.

Salir de la situación que creó La Parca, junto a su banda, dentro de la Clínica no será fácil y menos cuando la traición interna, y la agenda oculta del Gobernador  sean los factores que desencadenen el final, uno que si somos honestos, no podía ser de otra manera, porque aunque para muchos de los personajes, La Parca es un héroe nacional, la realidad es que es un sicario con el que uno no puede identificarse.

 Lo reconfortante de esta película, además de la calidad de la cinta, sus escenas de persecución, la utilización del humor dentro de situaciones de tensión dramática, radica en la presentación de nuevos talentos de la actuación que ofrecen interpretaciones interesantes y que debe ser seguidas para conocer su evolución. Pero, y que malo que siempre hay un pero, habría que preguntarse si la actuación tanto de Zapata 666, cantante de Hip hop,  como de la mayoría de los integrantes de la banda de sicarios, es realmente una interpretación o una simple representación de  ellos mismos. Creo que veremos si realmente son actores con capacidad histriónica en las futuras cintas donde participen.

Dentro de esta banda de sicarios debo resaltar la actuación de «El Buitre», Laureano Olivares, quien ya ha interpretado otros papeles en películas y telenovelas, porque se observa una búsqueda por destacar, y eso lo logra al cambiar su timbre normal de voz, y hacerlo más grave dándole a su papel otra dimensión y distanciándolo de sus otras actuaciones.

En el lado de los actores reconocidos, la interpretación de Erich Wildpret es interesante, porque rompe con ese patrón del médico tradicional, que respeta su juramento de Hipócrates, como bien lo hace el cirujano «gallego», y, por el contrario, Wildpret llega a renegar de ese juramento, porque Hipócrates no estaba en un quirófano salvándole la vida a un «malandro» que a los días regreso y la dio un tiro a su salvador «porque esto es lo que yo hago, y eso lo que usted hace».

Marisa Román ofrece una variedad de matices en su rol de la periodista, que van desde la típica comunicadora que usa sus encantos femeninos para lograr su objetivo, pasando por la profesional que rompe en cólera al saber que será sacada del aire por las presiones en el canal, o la angustia al saber que será otra de las víctimas de los sicarios, al igual que su camarógrafo, interpretado por Albi De Abreu, quien impresiona más por la caracterización física que por la actuación,  para culminar, en «paños menores», cámara en mano registrando  la entrada final de los comandos de policía.

Otras actuaciones menos destacadas son las de Rolando Padilla, como el Gobernador,  Beatriz Vásquez, como la esposa del Gobernador, y Ana María Simón, como la presentadora de televisión, quienes, pese a su dilatada trayectoria como actores, no ofrecen nada nuevo en sus personajes, interpretaciones que no dejan de ser de telenovela, sin ninguna búsqueda para sus papeles. Aquí diría una amiga, que la responsabilidad también recae sobre el director Diego Velasco al no sacar mayor provecho de estos roles.

En el área de los personajes de la Policía, tanto el «Comisario Peña», interpretado por Alejandro Furth,  como su compñaero, apodado el «El Gringo», en la piel de Steve Wilcox,   ofrecen interpretaciones interesantes, que al igual que La Parca y su banda, muestren líneas de actuación que deben seguirse con detalle, porque pudieran ser esa cntera de nuevos actores que requiere tanto el ie nacional, como la televisión.

 Regresando al director de esta cinta, me gustaría saber cuánto del texto original, escrito por él y Carolina Paiz, debió sufrir modificaciones para concluir en lo que se ve en la pantalla, ya que en películas de acción siempre la producción sufre cambios porque una cosa es lo que se escribe y otra lo que el equipo de producción puede generar para enriquecer la trama.

La Hora Cero, como película, es una referencia al momento de hablar del cine nacional, etiquetado como violento, localista, de lenguaje altisonante, porque si bien es cierto que tiene muchos de los elementos que sirven de crítica para que muchos no asistan a las producciones nacionales, no es menos cierto, que el conflicto de la cinta puede ser situado en cualquier país donde haya sicarios, donde haya crisis médicas, y donde al protagonista no le importe nada con tal de cumplir su objetivo, que en este caso es salvar a un amor del pasado. Es una referencia, como lo fue en su momento Oriana, de Fina Torres, porque demuestra que en Venezuela sí se pueden hacer cintas de acción, con todo lo que implica, sin caer en la denuncia social panfletaria, tan típica del cine de hace algunos años, y  puede ser entretenida, dejando un mensaje, no tan evidente ni bandera, de la postura del director sobre un tema en especial, o al menos, esa es mi Visión Particular.

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Normamente no hago referencias a otro blog u otros escritos, porque estas son mis puntos de vista, pero en este caso haré una excepción para que vean 10 razones  pra ver hora cero.