Lo bueno de no tener jefe, o ser su propio jefe, es que no tienes que seguir una pauta de trabajo, sino que, por el contrario, uno se impone su propia agenda, porque, eso sí, hay que estar claro, el trabajo es el trabajo.
El fin de semana decidí imponerme una agenda cultural, eso sí es un jefe, y ver, para comentar, algunas obras que están en cartelera en Caracas, aunque todos, debo confesar, solamente se presentaron un día, por eso lo importante de ir y comentar de qué tratan.
Alacranes u hombres
El grupo de Teatro Contrajuego presentó, en su nueva sede de la Concha Acústica de Bello Monte, la lectura dramatizada del texto “A la novia de mi ex la picó un alacrán”, de la escritora Carolina Liendro, quien además actúa el papel principal y dirigió la lectura.
Un «petit comité», que no pasaba de 5 personas, escuchamos la historia de Ana, quien entre sueños con boleros y alguna que otra pesadilla, nos relata su divorcio de Armando, y las pretensiones amorosas de su abogado, interpretado, o más bien leído, por Ludwig Pineda.
Ana también tiene una amiga, Daniela, leída por Eulalia Siso, quien es una oposicionista, con mucho fashion, ya que la descripción que hacen es de una mujer, con pareja, que va a todas las marchas de la oposición al gobierno vestida a la última moda: bandana con la bandera tricolor, camisa, falda, o pantalón con el tricolor patrio y zapatos de goma, por supuesto, con el pabellón nacional. Ana busca salir de su divorcio y superar la depresión, comiendo chocolate, mientras una sucesión de hombres – como de políticos – quieren ganar el interés: unos de Ana y otros del país. Daniela mientras, quiere que su amiga la acompañe a las marchas, hasta que…
Entre sueños de boleros en un cabaret venido a menos, y alusiones al acontecer político, transcurre esta historia, que por supuesto no pienso contar en detalles. La pieza, si bien no está terminada, resulta un ejercicio interesante, para una novel escritora que busca su nicho, y más interesante resulta aún que el grupo teatral Contrajuego, que dirige Orlando Arocha, presente esta lectura dramatizada en su nueva sala, o espacio, para acercar al público, dar a conocer su programación, bastante extensa por cierto, y sirva de trampolín para futuros dramaturgos. El «petit comité» ofreció algunas sugerencias al texto, que esperamos sean tomadas en cuenta, para que luego algún director tome parte también en el proceso creativo y le dé espacio físico a este texto.
Rancheras y charros en el purgatorio
Luego de cumplir una gira por el occidente venezolano, la compañía mexicana Arte Estudio Producciones, presentó la obra “Vacaciones en el Purgatorio”, del venezolano Ángel Méndez, periodista, escritor y dramaturgo, que contó con la dirección de Marcos Vargas y trata de la vida de Pedro Infante y Jorge Negrete.
El Colegio Francia fue el escenario para desarrollar esta pieza imaginativa, donde Méndez coloca a Jorge Negrete y a Pedro Infante en la antesala del Cielo, pese aque el vaticano ya decretó que no existe ese lugar, con música y canto en vivo, imágenes de películas antiguas y algunos trajes alusivos. Estas figuras míticas del cine mexicano se nos presentan en la piel de los aztecas Luis Carlos Wong y Frank Rodríguez, añorando su pasado y compartiendo con los espectadores recuerdos de su infancia y sus orígenes.
De condición pobre, Pedro Infante, representado por Wong, nos cuenta los sucesivos oficios que tuvo que ejercer, carpintero, peluquero, para sacar adelante a su «jefa», doña Refugio, sus amores, las madres de sus hijos, así como la ayuda que en vida hizo para atender a los más necesitados, entre ellos sus hermanos, aunque él nunca pudo estudiar en la escuela.
Por su parte, Jorge Negrete, interpretado por Rodríguez, era de cuna alta, y recuerda a su «jefe» el teniente coronel David Negrete Fernández, quien luego de militar fue profesor de matemáticas en escuelas oficiales y en el Colegio Alemán Alexander Von Humboldt, gracias a lo cual pudo inscribir a sus hijos en la institución y el luego cantante aprendió alemán, inglés, italiano y se menciona que hasta estudió de manera autodidacta los fundamentos del Náhuatl, que es una lengua azteca.
Negrete fue el fundador de la ANDA, asociación que reúne a los artistas y vela por sus intereses, y por esa misma condición de nacer en cuna noble, Pedro Infante siempre lo llamó señor y se dice, también en la obra se hace una sutil mención, que existía rivalidad entre los dos actores y cantantes, aunque protagonizaron juntos una película: Dos tipos de cuidado, que sirve para un momento de duelo musical en la pieza, donde Luis Carlos Wong y Frank Rodríguez hacen un contrapunto vocal cargado de ironía y rencor entre los dos cantantes mexicanos, teniendo como telón las imágenes de la película .
El montaje es de bajo presupuesto, tal vez pensado para poder viajar, con actores que mantienen entretenido al espectador gracias, en parte, al parecido físico que logran con Pedro Infante y Jorge Negrete, aunque Luis Carlos Wong tiene la cara más redonda que Infante, pero logra capturar muchos de sus gestos y tono de voz, mientras que Frank Rodríguez se asemeja a Negrete en altura, pero le faltan algunos kilos para dar más la imagen del charro.
Sin ser cantantes, ambos logran salir bien parados al momento de interpretar las melodías, aunque para gratificación del público, y sobre todo de las muchachas de la tercera edad presentes y que en su momento suspiraron por los galanes mexicanos, habría que poner más empeño en mejorar la parte vocal.
Con esta caracterización se refresca la memoria sobre la época de Oro que vivió el cine mexicano, porque se incluyen imágenes de artistas como Tín Tán, Resortes, Agustín Lara, Pedro Vargas, Libertad Lamarque, Sara García, Javier Solís, y un largo etcetera de cantantes, actrices y actores de esa época que provocaron más de un suspiro en la sala.
En definitiva, un montaje interesante, con algunas fallas para el tiempo que tiene montada, pero que recuerda una época que aunque ha pasado, tiene seguidores a granel.
Cine – Teatro o Teatro – Cine
Para cerrar el fin de semana teatral, me acerqué al nuevo Ateneo de Caracas, ubicado en la Quinta La Colina, para ver “LO MEJOR DEL CINE”, que según el programa “trata de dos actores que deciden recorrer el mundo y para ello crean un espectáculo con otros actores basados en las mejores escenas del cine, y las mejores actuaciones, es una obra ingeniosa que permite disfrutar durante una hora y media la maravilla del cine llevada al teatro”. Todo bajo la dirección de Dimas González y la producción del Teatro Itinerante de Venezuela.
Esto es lo que señala el programa de la obra y, en su montaje, aprovecha parte de la quinta donde está el Ateneo para sumergir al espectador en una especie de filmación de escenas clásicas del cine y los asistentes recorren los distintos sets, como si fueran extras.
Así podemos ver como el Guasón interrumpe en una fiesta, o a Toni Montana en su escena en la escalera cuando dice «di hola a mi pequeño amigo», empuñando un gran arma de repetición y al Gran Dictador usando la palabra, no la mímica como Chaplin, para darnos un discurso sobre la libertad y la democracia.
Otras cuadros de este montaje con “Lo Mejor del Cine”, donde intervienen Carla Mariña, Greisy Hidalgo, Javier Figuera, Oliver Morillo, Pedro Indriago, Wesly González, Pedro González y Dimas González, nos lleva a recordar Casa Blanca, El Silencio de Los Inocentes, Campeón, La Vida es Bella, el niño del pijama a rayas – en una de las mejores puestas de la obra – así como Titanic, recordando cómo los músicos interpretan melodías mientras el barco se hunde.
Hasta aquí se podría decir que la obra es atractiva y visualmente llamativa, pero… a que siempre hay un pero, en alguna parte de la obra aparece el teatro dentro del teatro, o del cine diríamos en este caso, para incluir eso que nos indica la sinopsis de la obra y que se refiere a una lucha entre los dos principales actores del grupo, trayendo consigo una serie de recriminaciones contra el teatro que ellos llaman “independiente”, o comercial, que lejos de aportar algo constructivo a la pieza, parece más bien, a mi entender, una posición del autor sobre lo que para él es el mal llamado teatro comercial y el daño que le hace al arte.
La mención de teatro independiente que se hace en la representación deja un mal sabor por su ataque feroz contra quienes, en ese momento no pueden replicar, porque además, qué teatro no es independiente, ya que a menos que uno reciba un pago del Gobierno, y son pocos los que lo hacen a esta altura, todos los grupos son independientes. Si lo que se quiere es atacar al teatro comercial por intentar ser una empresa generadora de ingresos, esa posición también genera un ruido dentro del montaje, porque, primero, se están representando escenas de películas comerciales, que generaron mucho dinero en taquilla y, segundo, acaso ¿es malo querer obtener un lucro económico por el trabajo realizado? si el teatro llamado comercial es bueno o malo esa sería otra consideración, pero atacarlo por el hecho de ser una actividad como cualquier otra que busca su recompensa económica me parece injusto.
De todos, modos, «Lo mejor del Cine» es una obra que seguirá en cartelera en el Ateneo de Caracas y que tiene un valor artístico que merece contar con asistencia en sus presentaciones y es el resultado de un grupo de teatro con años de trabajo.
El teatro como espectáculo está en Caracas en todas partes, sea en una lectura, sea en una sala nueva, sea en una casa nueva, sea en la calle, lo que hay que salir a buscarlo, porque de seguro algo se encontrará al gusto de cada uno, o al menos, esa es mi Visión Particular.
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